Como
quisiera encontrar las palabras que den nombre a este dolor tan abstracto e
indeterminado y sin embargo tan poderoso. Decía un amigo que poner nombre a las
cosas era importante, ahora lo entiendo un poco mejor
La
palabra no puede abarcar las emociones que viven en mí, que me desgarran, que
me dejan sin aliento, sin hambre, sin sueño, que me convierten en un muñeco de
madera, en su títere . Es como si el dolor y yo fuéramos solo uno. Crece sin
descanso en mí porque olvidé como ahogarlo en lágrimas, convertirle en sordo y
ciego con mis gritos y golpes.
El día
que me prohibí llorar. Más o menos lo sé.
Incluso me veo a mi misma diciéndome queda : nunca más te mostrarás débil ante el
mundo porque en él moran personas que disfrutan pisoteándote cuando más débil
eres, cuando no puedes defenderte mientras estás intentando sobrevivir a toda costa, vencer
al miedo, entender la incomprensión de
lo que te ocurre, porque toda tu energía está concentrada en no caer al río de
lava que surca dentro de ti , aniquilando todo lo bueno que vive en ti . Tampoco
quería mostrarme débil ante mí, no fuera que la auto compasión se adueñara de
mí .
Si pudiera
encontrar las palabras que pudieran desgarrar el folio en blanco y el silencio al que me condeno , si pudiera convertirle
en desafortunado chivo expiatorio de mis miserias, quizá, podría salvar algo de
mí.
Me
duele todo lo que aprendí en aquellas épocas infames, que me dejaron un alma
sin inocencia, cansada, miedosa e incapaz de aprender lo necesario para ser
feliz aunque fuera una vez al día. Ni siquiera eso.
Aborto
cualquier amago de las lágrimas de caer al vacío. Me muerdo los labios hasta
hacerme daño por no gritar, dejo que el silencio me engulla por no contarme y
quedarme expuesta y desnuda frente a los
enemigos que pienso , se esconden en la sombra.
Quisiera
no haber desaprendido a llorar y quisiera ser más valiente y no esconder mis
emociones al mundo aún cuando también doliera.
Imagen: Lorena Bonillo