martes, 30 de octubre de 2012

Sin Corazón.



Mi corazón,
mensaje 
que arrojé al mar
en el interior de una botella
                                                                               .

Tanto tiempo ha pasado,
que ha olvidado lo que es,
y confunde
el vaivén casual de las olas
con caricias amorosas.

No se encuentra en mi pecho,
y sin embargo duele
como dolería una mano
cercenada.
Tanto, que a veces pienso
que aún lo poseo.

A veces, en sueños,
le reclamo de nuevo a mi lado.
Más cuando se presenta,
mis ojos le devuelven una mirada indiferente,
sin reconocerle,
forzando su regreso
al océano.

Tengo miedo de su retorno
y el dolor.
De su latido apasionado
y de sus inevitables muertes.

Y cuando me invade la nostalgia,
me engaño,
susurrándome
que no necesito de abrazos
para aplacar mis inviernos,
ni recordar el significado
de un beso.




Imagen de Beatriz Martín Vidal.





4 comentarios:

  1. AMIGUCA,AMIGUCA!!!
    Deja que salga la fuerza de ese corazón asfixiado y te sentirás libre.
    Deja que vaya latiendo al compás de las olas bellas y de las furiosas.
    Un poema así no se puede hacer con un hueco en su lugar .NO es una piedra,el tuyo está vivo.No lo oyes?
    A mí me susurra belleza cuando leo versos como este.Es igual que sea belleza triste,pero belleza.
    Aúpa,ola inmensa!!Tú puedes!
    Besucos con latidos

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  2. cuando vuelva al lugar de donde nunca se fue, seguramente lo hará fortalecido y dispuesto a volver a creer, a barajar y dar de nuevo. Déjelo que flote, hasta que el solito le pida un nuevo reto.

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  3. A los buenos dias:
    Sabes? A veces pienso que tengo el corazón de madera. No sé si resinera o tipo alcornoque, pero de madera y mientras no arda...
    Es curioso como añadimos a un organo ajeno a sentimientos tanto. Claro que decir: la parte del cerebro hachaplus me duele pues es la que hace que yo sienta, ejke no sé como se llama. Pero claro, lo confundiríamos con un dolor de cabeza... además, resulta que una amiga aseguraba que cuando sufría un desengaño le dolían las uñas, también sentía frío y cosas que a nadie le ocurrían. Todos nos medio burlabamos, del todo, de ella. Y un día descubrió en una revisión de rutina que a sus uñas les faltaba el tejido ese que une la uña con el propio dedo (creo que se llama eponikio) y por eso sus uñas sentían como si fueran su propia piel o su corazón. No deja de ser curioso. Igual que tu poema.

    Cienes de besitos pal andando y cienes de y pico de abrazos
    Shi

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  4. Hola Ola de mar, alas al aire.
    Gracias por mostrarme, tu nueva casa.

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