Que
silencio hay en mi morada y como pasa el
tiempo. Casi diría que podría vivir sin escribir, y probablemente sea cierto.
La vida
me tiene ocupada. Antes tenía la teoría de que cuando estás preocupado por
cosas que afectan a tu calidad de vida y supervivencia, era imposible que la
necesidad más espiritual de escribir, sobre todo, escribir poesía, surgiera.
Esa idea nace de mi interpretación de la pirámide de Maslow.
Hoy
estaba pensando, que quizá, lo único que ocurre es que estoy más conectada al día a día A todo tipo de
cosas: preocupaciones, deseos, ilusiones, asuntos prácticos, discusiones,
decepciones, esperanzas… Y por eso, al llegar la noche, me apetece desconectar.
Casi puedo imaginar un botón con la palabra off en mi cerebro, y ver como un
ente muy pequeñito, lo pulsa dentro de mi cabeza.
Escribir
es conectar. Al escribir conectas con lo que estás viviendo, alivias la tensión
y la emoción, desentrañas cosas que no
entiendes, conectas en definitiva contigo, y con personas con las que deseas
compartir, de las que deseas que conecten contigo y que te hablen. Y quizá sólo
por eso, lleve tanto tiempo sin escribir. Porque sólo quiero desconectarme. Conectar
con uno mismo es una tarea más ardua de lo que parece, porque en el proceso
puedes darte cuenta de carencias, de contradicciones, defectos, errores o
encontrar respuestas que preferirías no saber. A veces es así de sencillo.
Y sin
embargo querría trazar algún que otro verso despistado que desgranara alguna
pequeña parte de lo que soy para poder
entenderme mejor, o encontrar una salida a aquellas emociones más difíciles de
controlar. Tal vez podría mirar a la
noche y al silencio de otra manera, como antaño. Porque si no, terminaré pensando
que me he quedado vacía.
Quizá
mañana.
Son temporadas de conectar y desconectar. Creo que ahora es algo general tener una de desconectar, y espero que vuelva pronto la de conectar, porque yo ando también desconectada.
ResponderEliminarBesos
Puck