miércoles, 19 de marzo de 2014

Vulnerabilidad


Me asustan esos días en los que me levanto y me siento como dentro de una burbuja de jabón,  transparente y frágil. Es como si hasta una ráfaga de aire un poco más fuerte o una palabra o un gesto pudieran romperme. Abundan esos días sobre mi mirada  lágrimas invisibles, que se deslizan mudas  mientras busco refugio bajo un rayo de sol y buceo  bajo las superficies de mi mente y alma, buscando un rincón en ellos en el que sentirme fuerte.


También esos días, sin pedirlo, mendigo abrazos.  Es triste confesarlo y más aún pedirlos. No cualquier abrazo ni de cualquier persona porque he aprendido que un abrazo falso es doloroso y no palia tu sensación de vulnerabilidad y abandono. Busco esos abrazos que al recibirlos, pueden hacerte  llorar y no sabes por qué. Te desarman con su calidad y sus palabras mudas,  son blandos y blancos y azules, y en ellos,  no te importa tanto sentirte vulnerable, porque hay alguien ahí que no va a hacerte daño a pesar de ello.  El abrazo se convierte en un lugar en el que te sientes a salvo.


El otro día uno de mis mejores amigos me decía: es que, tienes una forma de estar…siempre estás jugando al despiste y la gente no sabe muy bien quién eres, qué quieres, qué necesitas qué piensas. Y a veces das la impresión contraria de lo que eres, quieres y necesitas. Y claro, se tarda mucho en aprender a leerte. Quizá es por  eso por lo que nadie sabe cuándo necesito un abrazo ni cuánto. Creo que juego a despistar en este caso porque me da como vergüenza necesitar del abrazo, ser vulnerable y mostrarme frágil.


Y dirás que no debe darnos vergüenza necesitar de otros, ni llorar, y que no es necesario esconderse pero no sé si estoy de acuerdo contigo  porque necesitar y no recibir cuando lo demandas  es más doloroso  que estar a solas con esta sensación de que te puedes romper en cualquier momento sin un abrazo.


En fin, así somos. Porque tengo la impresión de que estas cosas no me pasan solo a mí. ¿No?



Nicoletta Thomas

4 comentarios:

  1. Lo de los abrazos es todo un lenguaje. Hay algunos que nunca se olvidan. Imagino cuáles son de verdad porque me entra una especie de cosquilleo y calor. Estoy aprendiendo a pedirlos.
    Besos
    Puck

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  2. Efectivamente, es la enfermedad del siglo XXI.

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  3. A los buenos días:

    No, no solo te pasa a ti.

    Ejke ¿sabes? Estoy trabajando cuidando de dos ancianos, es algo horrible, en todos los sentidos y, sobre todo, en ese de como perdemos quienes somos, y cómo influye, la voy a decir: incultura, en, y, a ese hecho afortunado de envejecer, al menos bien… pero este es otro tema. Y en el pasado cuidé de ancianos, pero tú, con estos la experiencia es para master chef…. pues ganas de cocinarlos para echarlos a los lechones….en fin.

    A lo que voy, o me enrollaré…: Ejke, ¿sabes? Es curioso cómo siendo ellos de principios del siglo pasado (ella 87 años con Alzheimer elegido, sí, pero no te lo explico. Y él, 95 años), los besos y los abrazos los necesitan igual que todos, y sin embargo, recibirlos es como perder orgullo. A cambio siempre insultan, pues cuando se los das se sienten bien, por lo tanto, desprotegidos, frágiles…

    Con ellos es como si todas las carencias emocionales que se crean y debemos soltar, pues al no ser capaces de dar el paso y reconocerlas, se quedan ahí y, en lo más frágil de nuestra existencia, pues se cobrasen minuta cuando ya nuestra cabeza pierde funciones y, por ende, es cuando perdemos nuestro yo y solo asoman nuestras cosas que no superamos.

    Es doloroso notar que no solo somos un grifo de elementos olorosos, incluso nauseabundos…, créeme, lo es más ver como nuestra fuente sobre todo mana: ira, rabia, desconcierto, incluso desconocimiento a que si nos dan un beso y un abrazo se nos pasan la mitad, o gran parte, de nuestros males.

    Así que lo de los abrazos, sospecho que esas de darlos y pedirlos, o saber recibirlos y darlos, pues es algo cultural y de ser personas maduras (que es cuando tenemos las aptitudes sociales demostradas ante esta (sociedad), pero sobre todo: niños grandes sin las pataletas propias de la infancia)

    Y ¿sabes? Ahora, en estos tiempos que estamos infectados de soledad e insatisfacción, por lo menos, damos un paso adelante y reconocemos nuestras tristezas, soltamos lágrimas y pedimos cienes de abrazos.

    Y un OLE… Pues es para un ole. Además, creo que así, sabiendo llorar a moco y demases, pues una vida difícil, la tendremos económicamente como todos y en todos los siglos, pero en lo que es emocional, apuesto por que vamos a ser ancianos más libres de prejuicios y más nosotros, claro, los que lleguemos.

    Cienes de besitos pal andando y cienes de y pico de abrazos (no sé, oh, oh, me da que me he vuelto a enrollar, en fin, publico… preparados, listos….)

    Shi

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  4. Pues a mi no tienes que pedirmelos porque te lo doy gustosa, pero igual si ando despistada y lo necesitas basta con un chiflido, un abrir los brazos y yo sabré llegar y abrazarte fuerte,. Claro que no sólo a ti te pasa, todos somos vulnerables en algun momento, y ese abrazo cobija, envuelve, calienta, apaña, enriquece. Sabes bien que te quiero, estoy retornando al blog, ya era tiempo! Besos mi Chess!

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