Estoy
aquí.
Sí.
Aquí.
Mírame
Huelo
bien. Respírame.
Soy
suave como un gato. Acaríciame
No sueno
tan mal. Escúchame.
No es a
quién crees que eres a quién invoco. Si no a quién ocultas. Ese es el único que
persigo en sueños.
Quien
creemos que somos es una quimera, un ser fantástico a veces parecido al bello
unicornio y otras a un monstruo. A mí me da igual. Quiero que quieras a la
parte de mí que se oculta, pero a la vez ha de parecer que quieres a la parte
expuesta, si no, no vale. No juego. Que infantil, es verdad, lo reconozco. Es que es como un ticket de entrada, porque la fachada
también es parte de la casa, que le voy a hacer a mi no me gusta que me quieran
solo por mi interior, si no porque lo que oculto en el exterior . Por eso
quizá, también deseo la parte de ti que se oculta, puro egoísmo, lo reconozco y
además, tendemos a pensar que somos la medida de las cosas. Reconozco esta
limitación tan humana que nos encierra en nosotros mismos y condiciona nuestra
manera de comportarnos y estar en el mundo.
Pensándolo
bien, en realidad , me da igual
tanta filosofía excusadora de defectos.
Si me respiras, acaricias , escuchas y miras como anhelo , me rindo. Me
apetece rendirme por fin. Ya no sé cómo se siente una rindiéndose. Llevo muchos
años luchando contra mi y ya no sé cómo es la vida de alguien que deja de luchar para no dejarse llevar por esas cosas que hacen
daño y te dejan así, con esa sensación de que frente a ella eres de cristal,
vulnerable.
Pero
todo esto, son solo palabras. Ya no sé rendirme. Ni siquiera quiero realmente.
Tendrás que vencerme y para ello, tendrás que escucharme, respirarme,
acariciarme …..
Imagen Renee Nault
¿Vemos las cosas/personas como son? ¿Son como las vemos? ¿O como ellas quieren ser vistas?
ResponderEliminar¡No te rindassssss!
Besos. Abraxas.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarLa rendición llega sola cuando te respiran, te acarician, te escuchan... Te sienten.
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